viernes, 6 de octubre de 2017

1. Ariel - ¿Qué hice anoche?


"Mi cabeza va a explotar" fue lo primero que pensé al despertarme. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza de lado a lado como si eso fuera a despejar el terrible dolor que me inundaba. Era como si me estuvieran dando martillazos a la vez que me encontrara bajo los efectos soporíferos de algún medicamento.
—Joder—mascullé pasando una mano por mi frente.
Suspiré y abrí los ojos lentamente. El mundo fue aclarándose a mi vista, torcí la cabeza confundida. Ese techo no parecía mi techo. ¿No era mi techo? Abrí los ojos como platos y me incorporé demasiado rápido en la cama, mirando a todos lados. La cabeza me dio vueltas, no solo por el mareo sino porque aquella no era mi habitación.
—Oh, mierda—susurré al ver que en la cama no estaba yo sola. Había un chico de aproximadamente mi edad. Desnudo y durmiendo profundamente. Su cara me sonaba vagamente. Como si fuera un sueño lejano. Me mordí la lengua e intenté recordar, en vano, lo que había pasado la noche anterior.
Cuando volví a la realidad tras recordar jirones de recuerdos inconexos, me dispuse a buscar mi ropa, mi bolso y mi móvil. La habitación del chaval estaba bastante desordenada pero al menos mi ropa estaba a la vista. Me puse rápido la falda y la blusa, después de haber encontrado mi ropa interior. El bolso estaba en el pequeño salón del apartamento (de estudiantes seguramente) y mi móvil en él. Mis botines de tacón en la entrada me esperaban como un perro que quiere salir a pasear. No recordaba aquel apartamento ni al chico de la cama. Volví a hurtadillas y miré dentro. No, ni idea. Lo mejor sería irme.
Por suerte conocía el barrio donde estaba. En 15 minutos estaría en mi piso y me podría tomar algo para el dolor de cabeza y darme una ansiada ducha. Con los tacones en la mano bajé a la calle y me los puse en el portal. No me faltaba nada en el bolso, por suerte. Cogí el primer bus que pasó por una parada cercana y me senté en uno de los asientos con un suspiro. La señora mayor sentada a mi lado me echó una mirada de arriba abajo. Saqué mi móvil (cuya batería estaba muriendo) y me miré en el reflejo de la pantalla. Vale. Tenía un aspecto desastroso. De resaca y con ojeras. Rodé mis ojos y seguí tratando de recordar la noche.
Había salido de fiesta, eso lo recordaba. La fiesta había sido en un antiguo cine reformado para dar fiestas. No recordaba quien había organizado aquello pero eso daba igual. Había conseguido una entrada VIP por mi compañera de piso, que había ido por su cuenta. Odio las fiestas y las discotecas pero mi vida no era la mejor últimamente y tendía a hacer cosas como estas. Un psicólogo al que fui lo llamaba "ser autodestructivo", quizás tuviese razón.
Recordaba haber llegado al sitio. Chicos y chicas vestidos de fiesta, con vestidos elegantes, camisas y trajes. Luces de distintos colores, purpurina, música demasiado alta, bebidas alcohólicas de distintos colores... Entré con la entrada VIP y...no recordaba más. Revisaría el móvil en casa por si había alguna pista.

Tras un ibuprofeno y poner mi móvil a cargar, me quité la ropa y abrí la ducha dejando el agua correr. Me metí cuando estuvo caliente y dejé salir el aire con placer y alivio cuando el agua recorrió mi piel y empapó mi pelo. Aquello estaba mejor. Me tomé mi tiempo para limpiarme bien y sentirme persona de nuevo mientras relajaba mi mente, por si los recuerdos decidían bañarse conmigo.
No hubo mucha suerte y salí envuelta en una nube de vapor que inundó el baño. Cogí mi toalla, del gancho de la izquierda en la pared, y me envolví en ella. Ya me sentía algo mejor y el dolor había remitido un poco. Me envolví el pelo en otra toalla pequeña y cogí el bote de crema para el cuerpo. Comencé a tararear una canción popular del momento que me había venido a la cabeza y de repente me detuve. Ahogué un grito y miré mis brazos con asombro y desconcierto y....horror. Mis venas se veían claramente a través de mi piel, eran como de un color ¿Negro? Parpadeé y me abalancé sobre el espejo. Abrí un hueco con la mano desempañándolo y me miré. No había nada fuera de lo normal. Mi piel lucía igual que siempre, mis venas no se veían. ¿Qué? ¿Cómo...? Me estaba volviendo loca. Salí del baño con paso rápido, envuelta de nuevo en la toalla y cogí el móvil que contaba ya más o menos con toda la batería.
Me metí en Galería y revisé las fotos. Nada nuevo. No había fotos de la noche pasada. Que raro...Me fui a contactos, por si acaso, y mis manos temblaron un segundo. Mi estómago se contrajo. En la lista de contactos había uno nuevo que decía "Llámame". Tragué saliva. Todo aquello era muy raro, quizás alguien me estaba tratando de jugar una mala pasada, una broma de mal gusto.
Miré a mi alrededor pero estaba sola. No había nadie en el piso. Miré de nuevo la pantalla del móvil. Respiré hondo armándome de valor y pulsé el botón de llamar. De perdidos, al río ¿no?

Share:

1 comentario: