jueves, 12 de octubre de 2017

3. Ariel - Toc Toc ¿Quién es?



Llegué a la puerta y caí en la cuenta de que no había echado la llave al llegar. Miré por la mirilla pero no vi nadie ¿Qué estaba pasando? Aspiré hondo y abrí la puerta de un tirón.
—¡Por fin abres! ¿Qué estabas haciendo? Anda, déjame pasar—Mi compañera de piso entró como un torbellino. Sin parar de hablar y gesticular—. Que me dejé las llaves anoche en casa, como fuiste tú la última que se fue... Tienes cara de espanto, tia ¿Qué pasa? ¿Has visto un fantasma o algo?

Me miraba de arriba abajo y dejé escapar el aire aliviada. Si es que al final yo tenía razón. La vida sigue, no había nada raro.
—Estaba echándome la siesta. Estoy de resaca—respondí con una leve sonrisa mientras cerraba la puerta, echando esta vez la llave. No pude añadir nada más porque mi compañera volvió a estallar en un tornado de palabras.
—Así que al final fuiste. Estuvo genial ¿verdad?—Se dirigió a la cocina mientras seguía hablando—. Fui con éstas, ya sabes y cuando entramos...
Desconecté. Sí. Era una pesada, se pasaba el día hablando y hablando sin parar y ni siquiera de cosas interesantes. Solo se quejaba de todo y de todos, y solo se preocupaba de ella y solo ella. Si te preguntaba qué tal te iba, te interrumpía a los dos segundos de haber empezado tú a hablar y te seguía contando su vida. Era envidiosa, egocéntrica, vanidosa, borde y muchos más adjetivos poco favorecedores. ¿Lo bueno? Tenía pasta y pagaba puntual el alquiler, compraba comida cuando faltaba y a veces te prestaba alguna de sus cosas. Así que aguantarla era un precio justo.
— ¿Qué tal te fue a ti?
Volví a prestarla atención cuando oí que me preguntaba directamente y me encogí de hombros.
—No recuerdo mucho de la noche. Me desperté en casa de un chico y...
— ¡Oh! Entonces fue una noche genial. Esas son las buenas. Bueno, no te imaginas lo que me pasó cuando Lizzy se fue a buscar unas bebidas y...
Y volví a desconectar. Bastaba con decir algún monosílabo como "Si" o "que bien" o "jope" y asentir de vez en cuando, y podías parecer interesado durante horas. Su charla continuó unos cuantos minutos más hasta que fue al baño y el agua de la ducha empezó a caer.
Rodé mis ojos y cogí el portátil, sentándome en el sofá para ver una serie. No pensaba hacer nada más en toda la tarde, ya lo haría por la mañana. Tenía turno de tarde en el master, y mi compañera de piso, por la mañana. Lo cual hacía nuestra convivencia mucho más fácil y llevadera.

Lunes por la mañana. Mi vida es un aburrimiento. Crisis existencial. Lo normal para empezar la mañana. Con mi café en mano, los restos de unas tostadas en un plato y un canal de música sonando de fondo, se reiniciaba mi rutina.
Tarareaba una canción que sonaba en la televisión y revisaba Facebook en mi móvil. Di un trago a mi café, la mejor bebida del mundo, y de repente, el timbre volvió a sonar.
—Será posible...—mascullé molesta dejando el taza sobre la mesa del salón y yendo con furia hasta la puerta.
— ¿Se te han vuelto a olvidar las llaves o has decidido no ir a clase por duodécima vez?—dije con sarcasmo abriendo la puerta de golpe.
No era mi compañera de piso. Un escalofrío me sacudió todo el cuerpo y mis piernas temblaron peligrosamente. Quizás lo de ayer no había sido solo una coincidencia.
Share:

0 comentarios:

Publicar un comentario