martes, 24 de octubre de 2017

5. Ariel - Método nuevo


El hombre que entró en la habitación no era ninguno de los que habían aparecido en mi apartamento. Éste era rubio, con el pelo bien peinado, casi brillaba bajo la luz blanca. Tenía los ojos claros y la tez ligeramente bronceada. Era de constitución fuerte, se notaba que hacía ejercicio y no era demasiado alto tampoco. Vestía unos pantalones de color crema y una camiseta azul claro. Un reloj adornaba su muñeca derecha pero no atiné a ver la hora.

Me dirigió una sonrisa tranquilizadora y se sentó con suavidad en la silla al otro lado de la mesa de metal. La puerta quedó cerrada de nuevo. Apoyó ambos brazos sobre la mesa y junto las manos, clavando sus ojos claros en los míos.
¿Quién eres?Fue lo primero que dije mientras me tensaba. Parecía más amable que los anteriores pero eso no significaba nada.
Me llamo ArtyomEsbozó media sonrisa.
Alcé las cejas como indicativo de que aquello no me proporcionaba ninguna información útil. Me daba igual su nombre, quería salir de allí.
¿Qué hago aquí? ¿Qué está pasando? ¿Quiénes eran los hombres de mi apartamento? ¿Por qué me han drogado y esposado? ¿Por qué...?
ArielMe interrumpió Artyom alzando un poco la voz. Voz que retumbó por toda la habitación. Entiendo que estés nerviosa y con muchas preguntas pero necesito que te calmes y me escuches. Todo irá bien.
Le miré con reticencia y me moví intranquila. Aquella situación me gustaba cada vez menos. Tenía un mal presentimiento.
Los hombres de tu apartamento fueron enviados por mí. No se suponía que tuvieran que drogarte, me disculpo por ello. Nunca ordené ese tipo de abuso pero la sutileza no es una de sus virtudesParó y me miró a la espera de una reacción pero me limité a seguir esperando a que continuase. Bien. Las esposas son una mera formalidad, una medida de seguridad rutinaria. Te las quitaré en un momento. En relación a dónde estás y qué haces aquí...Verás, necesito cierta información que tú me puedes facilitar. Así que solo tienes que responderme a una serie de preguntas y podrás irte de aquí.
Me quedé mirándole unos cuantos segundos. ¿Por qué parecía la escena de una película de acción? Era absurdo todo lo que estaba pasando. ¿Estaba siendo víctima de una cámara oculta? ¿Por qué el tipo que tenía en frente parecía ser miembro de la mafia? La cabeza me comenzó a doler.
No me has dicho donde estoySolté con la voz teñida de desconfianza e inquietud. Seguía sintiendo el frío agarrarse a mi piel. Como mordiscos helados congelándome la sangre.
No es relevante, créeme-Se irguió y se pasó una mano por el pelo. Bien. Dime, Ariel ¿Qué hiciste la noche del sábado?
Fruncí el ceño desconcertada por la pregunta pero antes de que pudiera pronunciar cualquier sonido, me interrumpió.
Por favor, comprendo tu confusión pero si respondes a mis preguntas, podrás irte a casa cuanto antes y todo esto solo habrá sido un malentendido.
Fui a una fiesta en los Cines Revoux. Están renovados como salones para fiestascontesté en voz baja tras asumir que no tenía más opciones. Quizás el hombre tenía razón y aquello solo era un malentendido.
Bien, bienmurmuró asintiendo con la cabeza, complacido. ¿Cómo te enteraste de la fiesta?
Me lo dijo mi compañera de piso, Laura. Ella me dio una entrada VIP que le había sobrado de un amigo que se las había conseguidorespondí yendo al grano. Cuánto antes acabásemos, mejor.
Vale. ¿Qué pasó después?
Me removí nerviosa y me mordí el labio. Seguía sin acordarme.
-No lo recuerdo.
Artyom abrió un poco los ojos con sorpresa y luego los centró en mí. Parecía como si me traspasaran de un lado a otro.
¿Cómo dices?
Que no me acuerdo. Bebí mucho. Me desperté en la casa de un chico al que no conocía y sin acordarme de nada de lo que había pasado. Me fui a mi casa y sigo sin recordar nada.
El hombre frunció el ceño durante un segundo y los músculos de su cara se tensaron.
¿Conocías a la mujer que murió ayer cerca del Green park?
Mi corazón comenzó a latir con fuerza de nuevo y sentí que me empezaban a sudar las manos. Aquello no me estaba gustando. Sentía la necesidad imperiosa de salir corriendo de aquella habitación claustrofóbica.
En mi móvil había guardado un contacto. Ponía "Llámame". No sabía de quién era. Llamé y me contestó una mujer. No me dijo su nombre, solo que si iba a las 16:00 al Green Park, a la estatua del Guerrero, me explicaría todo y que no era seguro seguir hablando. Luego colgó. No me presenté en el Green Park, pensé que era una broma. No recuerdo haberme encontrado con ninguna mujer la noche del sábado porque no me acuerdo lo que pasó esa noche.
El hombre emitió un suspiro y sacudió la cabeza de un lado a otro con desaprobación.
Ariel...No deberías mentirme. Lo mejor es que me cuentes la verdad.
No estoy mintiendo, es la verdad. No me acuerdo.
¿Qué pasó esa noche?Insistió esta vez con la voz amenazante.
¡No lo se! ¡Ya te he dicho que no me acuerdo! ¿Por qué es tan importante esa maldita noche?grité con desesperación. No me acordaba, y ¿por qué habría de hacerlo? Fue una maldita fiesta. ¿Qué tenía que ver eso conmigo? ¿Qué estaba pasando?
De acuerdo, ArielEl hombre ahora hablaba con una calma helada. Más que el frío del metal de la silla y la mesa. Un quietud estremecedora. He intentado ser razonable contigo pero al parecer, no quieres tomarte esto en serio. Así que tendremos que pasar a otro método.
Artyom se levantó con toda calma y se dirigió a la puerta.
¿Método? ¿Qué método? Espera. He colaborado. He respondi...Artyom salió de la habitación y me quedé con la mirada fija en la puerta, temblando en desesperación. "No, no, no, no, no" mi mente no dejaba de repetir eso. El miedo me volvió a invadir y cuando Artyom, seguido de dos hombres que tampoco conocía, entró en la habitación con un objeto parecido a una batería de coche, el miedo se convirtió en pánico.
SujetadlaSu voz sonaba ahora firme y desprovista de emociones. Sonaba a malas noticias para mí.
Para cuando me levanté en un intento fallido de huir, los dos hombres que le acompañaban me agarraron por los hombros y me sentaron de un empujón de nuevo en la silla.
Por favor no, por favor...sollocé mientras me pasaban unas correas por la cintura, y los tobillos, atándome a la silla.
Artyom había montado ya el objeto y conectó a mi piel unos cables con unas pegatinas.
No he hecho nada, por favor. Déjame ir...Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras temblaba de pies a cabeza.
Te dije que colaboraras, Ariel y no quisiste. Atente a la consecuencias. Quizás con este método, tu memoria funcione mejorLa sonrisa macabra de su rostro me paralizó el corazón.
Encendió el objeto y emitió un zumbido. Los dos hombres abandonaron la habitación. Sus ojos claros se clavaron en los míos. Cuando vino la primera descarga eléctrica, grité. Él sonrió.

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