viernes, 27 de octubre de 2017

6. Armas, amenazas y pastillas.


El psiquiátrico tenía un aspecto más escalofriante cuando pasabas dentro. Aquel sitio le ponía los pelos de punta a Karina. Se oían gritos en la lejanía, doctores en batas blancas o azules de un lado para otro, pacientes con la mirada perdida... Era como si se pudiese respirar la locura allí dentro.
Karina aceleró el pasó y se acercó a la ventanilla del puesto que ponía "Recepción".
—Buenos días. Tenía una cita para ver al paciente 737—dijo a la mujer mayor, de aspecto amargado y marchito al otro lado de un sucio cristal. La mujer la miró por encima de sus gafas y tecleó algo en un ordenador. Comprobó unos papeles y la volvió a mirar.
—Siga el pasillo y luego tuerza a la derecha. Allí están las salas para las visitas. Número 3—Su voz monótona arrancó una mueca de reticencia en la cara de Karina pero no lo demostró. Asintió y musitó un "gracias" mientras se dirigía a la sala.
Intentó no hacer contacto visual con nadie hasta que llegó a la sala 3. Un celador le hizo un gesto afirmativo con la cabeza y le dejó pasar, cerrando la puerta tras ella. El paciente 737 ya estaba en la habitación. La miró sin mucho interés y la siguió con la mirada hasta que se sentó enfrente de ella.
—Vaya, he de reconocer que el sitio es...
—Ve al grano—Le cortó la chica que tenía en frente. Estaba algo cambiada desde que la vio por última vez. Ahora tenía el pelo de distintos tonos de azul, la cara más pálida y los rasgos más marcados. A pesar de su joven edad, aparentaba muchos más años. También había adelgazado. Advirtió algunos tatuajes que no recordaba ¿Les dejaban tatuarse en el psiquiátrico? Lo creía improbable, seguramente se había escapado algunas veces. Sin embargo, la mirada era la misma. Con esos ojos verdes esmeralda, su mirada parecía mirar en lo más hondo de tu ser.
—De acuerdo. Esta es la situación—Karina decidió no andarse con rodeos ya que la chica ya tenía muchas tablas—. Orizont tiene a Ícaro. Sé que sabes lo que es el proyecto Ícaro, antes de que te fueras se estaba poniendo en marcha. El sábado íbamos a interceptarlo en una fiesta montada a propósito. No salió bien. Orizont apareció, y otros...agentes externos también.
Karina miró a la chica pero esta la observaba con una indiferencia y aburrimiento palpables. No parecía que fuese a intervenir de momento.
—Perdimos a Ícaro y ahora Orizont lo ha encontrado. Bueno, no saben que lo tienen de momento. Tiene al recipiente, a la chica. Tenemos que recuperarla antes de que sea tarde—Finalizó resumiendo lo más posible y dando la menor información. No tenía por qué saber todos los detalles.
—Así que seguís usando a gente inocente como "mulas" ¿Eh?—La chica hizo una mueca de asco y Karina suspiró—. En cualquier caso, no me importa una mierda Ícaro, Orizont o nada que tenga que ver eso. Si la habéis cagado es vuestro problema.
La mujer reprimió las ganas de gritarle a la cara. Seguía siendo tan insolente y arrogante como cuando la conoció. Sin embargo, ella era la única que podía ayudarles. Su falta de interés, también la mosqueó. Antes no le daba igual que alguien inocente sufriera.
— ¿Te da igual? Pandora, Orizont está torturando a esa chica. A saber lo que la hará...
—Oh, por favor—suspiró Pandora y una sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios—. No te esfuerces con el discurso empático y sensiblero. La chica es un arma. No os importa lo más mínimo lo que Orizont le esté haciendo, solo os importa que Orizont la tiene y que vosotros también la queréis para usarla en vuestro beneficio. Y a mí no me importa en general nada de esto. Así que ¿Por qué has venido?
Karina se irguió tensándose. Aquella estúpida chica se creía mejor y más lista que ellos. Con su cinismo y desconfianza solo complicaba las cosas pero sus habilidades eran de las mejores y ellos necesitaban recuperar Ícaro.
—Esto es sencillo, Pandora. O recuperas a la chica y nos la traes, o filtramos la información de quién eres y donde estás a Orizont y ellos se harán cargo de ti—Intentó sonar lo más autoritaria y firme que pudo. Pandora en vez de sentirse intimidada, soltó una carcajada.
—Así que has venido para amenazarme. Que novedad...—Miró con regocijo a la mujer. Había pasado algún tiempo desde que la vio por última vez. Se la notaba más mayor y más cansada. Leves ojeras bajo los ojos, algunas arrugas y canas vespertinas en su antaño impecable y brillante cabello castaño claro—. Debéis de estar más desesperados que de costumbre si habéis acudido a mí y creéis que podéis fiaros. Vamos ¡Estoy loca! ¿No lo ves?
—Ambas sabemos que eso no es cierto—Ignoró la sonrisa de psicópata que puso Pandora y mantuvo su expresión seria. Era cierto que estaban desesperados, ya habían perdido a uno de sus agentes más importantes. Kristen. Pero sacar a la chica de Orizont era arriesgado, y antes de sacrificar a alguno de sus agentes, preferían sacrificar a alguien ajeno.
—Esto no es una negociación, Pandora. Ni siquiera te estoy preguntando. O lo haces o acabas en Orizont. Tus habilidades y experiencia son excepcionales, no te costará mucho conseguirlo.
—Y si fallo, nadie me echará de menos ¿verdad? —Esta vez su sonrisa fue amarga aunque sus ojos brillaban con diversión—. Seguís estando tan podridos por dentro como el día que me fui y aun así, seguís proclamando que hacéis el bien...—Se hizo un breve silencio y Pandora se dejó caer sobre el respaldo de la silla. No quería volver a Orizont, sabía que si se enteraban de donde estaba, iba a sufrir más de lo que lo estaba haciendo allí. Y si la cogían, querrían saber dónde estaban los otros y eso no podía permitirlo.
—Por la noche te proporcionaremos una vía de escape y te daremos la información necesaria para entrar en la sede de Orizont correspondiente. Saca a la chica de allí y entréganosla. Lo que hagas después me da igual, no te entregaremos. Tienes mi palabra.
—Lo que tú digas—respondió Pandora encogiéndose de hombros mientras veía la ira encender los ojos de Karina. Se sonrió internamente. La mujer abandonó la habitación y dejo a Pandora sola.
— ¿Es ya la hora de mi medicación?—dijo alzando la voz. Sabía que alguien las estaba vigilando. O al menos ahora que la mujer se había ido. Aquella visita no le había hecho demasiada gracia pero era lo que había. No era la primera vez que la usaban como un mero instrumento para un fin mayor y no sería la última. 

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