domingo, 19 de noviembre de 2017

12. Destrucción Mutua Asegurada



La luz del amanecer entraba perezosa por las amplias cristaleras del despacho del CEO de Orizont. El despacho, amplio y organizado, estaba impoluto y cada cosa estaba cuidadosamente colocada en el lugar que le correspondía.
Dos hombres se encontraban en aquella habitación. Dos de las paredes que daban al exterior eran cristales por lo que la habitación quedaba completamente iluminada con los primeros rayos anaranjados de la mañana. Un hombre estaba sentado con calma en una de las sillas, de aspecto no demasiado cómodo, enfrente del escritorio. Éste contaba con un ordenador de la última y más alta gama. Unos papeles y archivadores colocados de forma precisa en una de las esquinas. Un bote de metal con bolígrafos de todos los colores y lápices, todos ellos afilados. El otro hombre se encontraba sentado también en una gran silla de escritorio, de respaldo alto, al otro lado. A su espalda, el logo de Orizont decoraba la pared. La única decoración de toda la habitación junto con una planta verde en la esquina superior izquierda.
—Es de mala educación usar una máscara de distorsión, Galagor. Creía que sabías tratar los asuntos importantes cara a cara y no tras el rostro de otra persona—Klein Rainheart no pudo ocultar el filo de sus palabras. No estaba de buen humor. La noche anterior había sido catastrófica y todo por culpa del hombre que tenía delante.
—Vamos, Klein. Si te enseñara mi verdadera identidad dejaría de ser divertido. Déjame usar mis poderes antes de que intentes quitármelos—La burla en la sonrisa y las palabras de Galagor hizo tambalear la paciencia de Rainheart. Aquello era como en la Guerra Fría, Destrucción Mutua Asegurada. Si uno atacaba, el otro también.
— ¿Qué es lo que quieres? No has pedido hablar conmigo solo para burlarte—La luz se reflejó en las gafas del CEO y emitió un pequeño destello.
—Quiero hacer un trato, por supuesto—Galagor hizo un gesto con las manos como si fuera lo más obvio del mundo. Klein frunció el ceño. Aquel hombre era como una serpiente venenosa. Todas sus acciones, por inocentes que parecieran, escondían veneno. Un precio a pagar.
— ¿Un trato? Estás en mi poder ahora mismo. Podría encerrarte en una celda y no volverías a ver de nuevo la luz del Sol. No estás en posición de negociar—La vehemencia de las palabras hicieron sonreír a Galagor y sus ojos brillaron. Klein Rainherat era igual que como le habían advertido e informado que era.
—Rainheart—Galagor sacudió la cabeza con desaprobación—. No deberías de ser tan pedante. ¿No has oído las leyendas sobre mí? Puedo derribar ahora mismo el imperio que has construido y me daría todavía tiempo a desayunar. No me subestimes—Esta vez su voz se tornó fría y dura como un glaciar. Sus ojos y su aspecto parecieron cambiar también, ahora parecía más amenazante y peligroso.
—De acuerdo. Supongamos que puedes hacerlo, tu reputación te precede...y sin embargo, has perdido la batalla de anoche—Contraatacó Klein, dándose cuenta de que tenía que replantearse su estrategia para tratar con aquel oponente.
— ¿Tú crees? —Una media sonrisa enigmática asomó en los labios del hombre de ojos color ámbar—. Este es el trato. Yo te doy la identidad y la localización de los otros tres miembros que pertenecían al grupo de Pandora y a cambio, me das a Pandora, ya que tengo asuntos que arreglar con ella...
— ¿Y...? —Le animo a seguir Klein visiblemente interesado.
—Y me entregas el dossier con toda la investigación y pruebas realizadas del proyecto Anima—Finalizó con regocijo Galagor enfrentando su mirada a la de Klein.
— ¿E Ícaro? —preguntó confuso Rainheart.
—Toda tuya.
Se hizo un breve silencio mientras el CEO de Orizont procesaba la información y la organizaba en su cabeza. Trataba de poner las piezas del puzle en orden para obtener la imagen completa. Y no fue hasta entonces, que habló.
—Así que este era tu plan desde el principio—dijo llegando a la conclusión. La cual Galagor confirmaba con un asentimiento de cabeza—. Ícaro te daba igual, querías el dossier. ¿Para qué destrozar una de mis sedes entonces? ¿Por qué no venir a hablar conmigo desde el principio?
— ¿Sinceramente? Me aburría. Me apetecía algo de acción—Chascó la lengua y se echó hacia delante en la silla—. Espero que no te lo tomes a mal. Piensa que ha sido como una tarjeta de presentación. Solo que en formato de muerte y destrucción.
Klein apretó la mano derecha en un puño tratando de controlar la ira ante el descaro y la burla de Galagor. Era un insolente, arrogante... Aunque el trato era demasiado bueno como para rechazarlo. El dossier con la investigación era sumamente importante pero aún no se habían completado los ensayos con éxito. Eran teorías y cálculos y experimentos aún en proceso. Galagor necesitaría de un equipamiento igual o superior al de Orizont para llegar a resultados coherentes y...no contaba con ese equipamiento. Solo Orizont lo tenía.
—Pandora y el dossier, a cambio de los tres ex agentes más famosos de EFEO, que casi te derrotan ¿Eso es todo lo que pides? ¿Por qué no les has dado caza tú?
Hice una promesa. Prometí dejarles en paz a no ser que volviesen a inmiscuirse en mi camino...
—Y Pandora ha roto esa promesa—Completó Klein asintiendo con la cabeza, entendiéndolo todo. Al parecer el famoso megalómano tenía un código de honor, o eso quería aparentar.
—Exacto. Ya no estoy vinculado a ese pacto—Hizo un ademán con la mano y se puso en pie—. Entonces, Klein ¿Qué me dices? ¿Aceptas el trato?
Silencio. El tiempo parecía detenerse cada vez que uno de los dos hombres dejaba de hablar. La ciudad comenzaba a despertar y el amanecer daba paso al día.
—Lo aceptó. Haré que te traigan el dossier inmediatamente—dijo finalmente Klein. Ambos se estrecharon la mano con firmeza y determinación, cerrando el trato.
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