miércoles, 27 de diciembre de 2017

18. Ariel - Mantén la calma

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Di vueltas a la taza de té caliente en mis manos y me quedé contemplando el líquido verdoso en su interior. Quizás me diese las respuestas a todas mis preguntas. Dejé la taza en la mesa baja de manera que se encontraba frente a mí. Me encontraba en el salón de la planta de arriba. Era más pequeño que el de la planta baja y contaba con una decoración más rústica. Estaba sentada en un sofá de color marrón, una alfombra de colores granates y crema cubría parcialmente el suelo. Un amplio televisor se encontraba en frente, varias estanterías con libros se disponían por las paredes llenando la habitación y a la izquierda había una mesa más grande también de madera con cuatro sillas a su alrededor.
El hombre misterioso, que se había acabado identificando como Dedral, me había llevado hasta allí. Al rato volvió con una taza que contenía el té caliente, que había dejado sobre la mesa sin mediar palabra. Acto seguido, salió de la estancia sin dar más explicaciones. En mi soledad confusa no sabía qué hacer. No había teléfonos a la vista, ni ningún otro aparato electrónico que pudiera usar para pedir ayuda. Escapar de la casa ya me había quedado claro que no era la mejor opción.
Enterré la cara entre las manos con un hondo suspiro. El té, que estaba sorprendentemente rico, me había hecho entrar en calor. El sol entraba por las dos ventanas de la habitación y la chaqueta que llevaba comenzó a molestarme. Me quité la prenda de ropa y me arremangué la camiseta. Mis ojos se abrieron mientras mi corazón comenzaba a latir con fuerza. Tenía cosas escritas en los brazos. ¿Cómo…? Era mi letra pero no recordaba haberme escrito nada en los brazos. Me subía la manga de la camiseta todo lo que pude y contemplé con consternación como tenía frases y palabras escritas en negro por la piel, de mi puño y letra. Me arremangué la manga contraria y de nuevo, tenía el brazo escrito. Aquello era imposible… Comencé a leer los mensajes por el brazo izquierdo, cuya escritura era más clara pues era diestra.
“Tranquila. Respira. No estás loca” decía el mensaje escrito en mi antebrazo. Vale. Respiré un par de veces. ¿Acaso tenía pérdidas de memoria por el estrés post-traumático? ¿Las descargas eléctricas me habían freído el cerebro causando daños neuronales?
“Materia sihir” leía el siguiente texto. ¿Qué? ¿Qué cojones era la materia sihir? A lo mejor estaba alucinando. Quizás el té que me había dado Dedral contenía algún tipo de droga.
“Orizont = PELIGRO” Estaba escrito en mi otro antebrazo. ¿Orizont? ¿La multinacional? ¿Por qué significaba peligro? Giré el brazo.
“Controlas el tiempo y el espacio” Lo leí repetidas veces. ¿Qué clase de broma era aquella? ¿Cómo iba a controlar el tiempo? Era absurdo.
“Mantén la calma” Era el siguiente mensaje en el brazo derecho.
—Oh, claro. Por supuesto que voy a mantener la calma cuando tengo palabras escritas en mi cuerpo por mí las cuales no recuerdo haber escrito y no tienen ningún sentido—Dije en alto mientras seguía recorriendo con la mirada mi piel.
No tenía sentido. Me había duchado, había visto mis brazos, mi cuerpo entero y no tenía nada escrito. Sin embargo, la tinta estaba en mis brazos y sin duda era mi escritura.
“Controlas el tiempo y el espacio”…
—No puede ser…—Me levanté del sofá. Bajé las mangas de la camiseta.
Con decisión me dirigí al baño donde me había duchado hacia unas cuantas horas. Abrí la puerta y la cerré tras de mí. Escaneé sistemáticamente la habitación. No parecía haber nada fuera de lo normal. Comencé a pasear comenzando por el lavabo. Luego la bañera, el váter…Nada. Una idea en mi cabeza apareció como de la nada. Me agaché al suelo y lo vi. Junto al lavabo, inmóvil. Un bolígrafo. Lo cogí con manos temblorosas. De pie, enfrentándome a mi reflejo de nuevo, quité la tapa negra del utensilio y lo probé en mi brazo. El color de la tinta coincidía. Me había escrito las palabras con él, en el baño, antes de bajar y tratar de salir de la casa. ¿Por qué entonces no lo recordaba? ¿Por qué me había escrito aquellas cosas? ¿De dónde había sacado ese bolígrafo?
Mis ojos se encontraron en el reflejo. “No estás loca. Mantén la calma”. Mis propias palabras resonaron en mi cabeza. Me guardé el bolígrafo en uno de los bolsillos de los pantalones. Me incliné hacia delante, acercándome más a la superficie reflectante. ¿De verdad me estaba planteando que podía controlar el tiempo y el espacio?

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