jueves, 2 de agosto de 2018

29. Kayser - Arriesgar para vencer

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Estábamos jodidas. Era la manera más suave de describir la situación. Samantha, Pandora y yo estábamos paralizadas, en un silencio atónito mientras Dedral, con una actitud perturbadoramente animada, se estiraba y comenzaba a andar hacia nosotras deteniéndose a escasos metros.
—Bien, vamos a aclarar unas cuántas cosas antes de que empecéis a llamarme monstruo de nuevo y a culparme de todas las desgracias que os han pasado—Se crujió los nudillos en un movimiento experto—. Pandora. Poca vergüenza tienes que tener para acusarme a mí de lo que le ha pasado a Leonel. Llevas años despreciándole, tratándole como a un perro, incluso intentaste matarle. El único motivo por el que no acabé contigo hace años fue porque él me lo impidió y he estado respetando su decisión hasta que su vida ha corrido peligro. Klein exigía un precio y yo no estaba dispuesto a pagarlo dándole a tu padre, así que decidí entregarle a la hija. He protegido a Leonel desde siempre y tenías que venir tú a joderlo todo. ¿Qué pasa, Pandora? ¿Acaso ahora te sientes culpable porque Leonel ha sacrificado su vida por ti a pesar de cómo le has tratado?
Pandora tragó saliva, incapaz de contestar. Las palabras de Dedral fueron aumentando en intensidad. Llenaban toda la habitación. Resonaban en cada esquina.
—Más fácil es echarme a mí la culpa y no ser capaz de aceptar la tuya ¿verdad? —Se pasó una mano por el pelo con una sonrisa sarcástica en los labios. Lágrimas brillaron en los ojos de Pandora ante la atenta mirada de Samantha y mía. ¿Había dicho Dedral que Leonel era su padre? ¿Galagor? Fue cuando hice ademán de abrir la boca que Dedral fijo su helada mirada en mí.
—Aún no he acabado—Su voz cortó el aire con tal contundencia que estuve a punto de retroceder—. Por algún extraño motivo has vuelto entre lo vivos, querida, pero no te equivoques. No es mi culpa que te enamoraras de Hiram. Yo no le ordené que hiciera nada de lo que hizo, no le mandé destrozarte el corazón, ni manipular al resto—Dirigió una breve mirada a Sam—. Vosotros solos cavasteis vuestra propia tumba. Yo llegué para pararle los pies a Hiram porque se le había ido de las manos y eliminar vuestra molestia presencia—Se acercó a menos de un metro de mí—. No tengas el valor de echarme en cara tus propios errores. Te admito el cabreo hacia mí porque te intentará matar y ya has igualado el marcador. El resto no es mi puto problema.
El puñetazo se lo llevo en el pómulo izquierdo. Antes de caer al suelo se apoyó con la mano derecha mientras con la izquierda se tocaba la mejilla. Cuando fui a seguir golpeándole Sam me agarró de la muñeca, tirando de mí. Me giré con los ojos ardiendo en furia y me respondieron los suyos con un súplica muda. Mi cuerpo tembló de rabia contenida pero la mano de Samantha se cernía firme sobre mi piel.
—Parece que a alguien no le gusta que le digan las verdades a la cara—Dedral se incorporó de nuevo—. No te preocupes, Kayser, estás de suerte porque Hiram está en la ciudad. Puedes ir a decirle lo mucho que le echas de menos.
Antes de que pudiera responder, Pandora, ya recuperada, se acercó con vehemencia. El agarre de Samantha desapareció.
— ¿Quién coño es Hiram? ¿Qué pasa con Ouroboros y qué coño está pasando en general? —Nos espetó al resto—. Que alguien me conteste.
—También podrías decirnos tú como es que Galagor resulta ser tu padre y nos acabamos de enterar—Contraatacó Sam con dureza. Pandora esquivó su mirada. La mía recayó sobre mi viejo enemigo.
— ¿Hiram ha vuelto? —Pronunciar esas palabras hizo que un escalofrío me recorriera por la espalda y mi mente luchara por alejar los recuerdos de una época que quería olvidar. Dedral sostuvo una breve sonrisa en su rostro.
—Deberías llamar a tu padre—Le dirigió una mirada divertida Sam que se tensó. No fue la única. Intercambiamos una mirada de alarma. Sam corrió por su teléfono móvil mientras yo retomaba las preguntas de Pandora.
— ¿Qué está pasando? —dije controlando el agujero en el estómago que se me estaba formando. Aquello era peor de lo que había pensado. Mucho peor.
Intenté mantener bajo control las emociones. Respiré hondo tratando de despejar la mente. Había que controlar la situación, evitar que se desbordara. Necesitábamos actuar rápido. Cuando volví a centrar mi atención en la situación actual, Dedral hablaba por teléfono con una chica. Alexander no estaba en casa. Cuando acabó, Samantha recuperó el móvil y me miró con desesperación.
— ¿Dónde está? —Me limité a responder—. ¿Quién es Ariel?
—Es el proyecto Ícaro. Habrás oído hablar de él—Dedral me contestó con la mirada distraída. Tenía razón había oído hablar de él—. Al parecer, vuestro querido líder ha decidido, voluntariamente, irse con Hiram para entregarle la parte del colgante de Kenazhor que tenéis.
La incredulidad de sus palabras era la misma que Samantha y yo teníamos. ¿En qué coño estaba pensando Alexander? Aunque a estas alturas, dudaba de conocer al hombre en el que se había convertido. Las voces del resto de personas se diluyeron en mis oídos. Fueran cuales fueran los motivos de Alexander, estaba en peligro. Hiram le mataría nada más obtener el colgante. Había que moverse ya.
— ¡Basta! —Los tres se callaron—. Cuéntanos que está pasando. Ya.
Por una vez, Dedral obedeció. Sin replicas sarcásticas ni comentarios arrogantes procedió a resumir la situación.
—Klein Rainheart, CEO de Orizont, ha desarrollado una máquina llamada Ánima. Solo era un proyecto sobre el papel pero hace unos meses les ofrecí mi colaboración para llevarlo a cabo. La función de Ánima es extraer la materia sihir de un individuo y contenerla de forma intacta, conservando sus propiedades, en un recipiente. Esa materia puede ser transferida a otro individuo concediéndole dichas propiedades. Sin embargo, la extracción de la materia provoca la muerte de la persona en la máquina—Hizo una pausa observando nuestras reacciones—. El precio que me exigió Klein por prestarme sus recursos para construir Ánima era el poder de Galagor. Obviamente no iba acceder a ello, por eso le ofrecí a Pandora. Me tuve que ausentar una semana, y Leonel, se debió de enterar de mi acuerdo con el CEO, y aprovechó para liberar a Pandora y entregarse él a cambio.
—Vale, pues ve a liberarle ¿no? Coge a algunos de los psicópatas que forman parte de tu organización del mal y sálvale—respondió Pandora mientras Sam y yo procesábamos toda la información.
Dedral titubeó y fue cuando las piezas del puzzle encajaron. Una sensación de euforia me invadió, como una pequeña victoria, un rayo de Sol en una tormenta oscura.
—No puedes ¿verdad? —Me decidí a saborear todas y cada una de las palabras—. La razón por la que estás aquí todavía, la razón por la que aún no nos has matado y llevado a Pandora, es porque no puedes. Te ausentaste una semana y Klein decidió mover ficha contactando con Hiram. No sé cómo quedó vuestra relación después de lo de Ouroboros pero voy a asumir que no muy bien. Hiram debe de haber estado planeando un golpe de estado desde hace mucho, ganando votos a su favor y Klein le entregó el momento perfecto para darlo. Con Galagor, tu mano derecha, fuera de la partida no debe de haber sido muy difícil para Hiram dar el golpe de gracia. Te han derrocado y ahora ambos te están chantajeando con la vida de tu querido protegido.
Esta vez los ojos de Dedral eran los que brillaban con furia. La confirmación que necesitaba para saber que había acertado en mi teoría. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mis labios.
—Tu arrogancia te ha pasado factura ¿eh? —En un paso me quedé a escasos centímetros suyos—. ¿Qué se siente al caer desde tan alto?
Me desafió con la mirada. Sus ojos helados luchaban con los míos. Sentía su ira tan fuerte que llegué pensar que si le tocaba sería como detonar una bomba.
— ¿Es cierto? ¿Te han derrocado? —La voz de Pandora denotaba alegría y alivio. Sam observaba atenta la situación.
—Tengo todo bajo control—Las palabras salieron de los labios de Dedral como si fuera un gruñido gutural. Ahora teníamos la ventaja. El plan de actuación estaba tomando forma en mi mente. Era arriesgado. Demasiado. Pero no teníamos ni tiempo, ni más opciones.
—Mírame—Le agarré por debajo de la barbilla y tiré hacia abajo hasta que nuestras caras quedaron casi juntas—. Estás jodido, aunque no quieras admitirlo pero ambos lo sabemos. Ahora bien, si quieres tener alguna mínima oportunidad de salvar a Galagor, me vas a escuchar atentamente porque Pandora no se va a mover de esta casa sin mi permiso.
Parecía que todos en la habitación estuvieran conteniendo la respiración. Sin esperar respuesta de nadie, solté el agarre con un leve empujón y comencé a caminar por la habitación continuando con mi explicación.
—Sam, vas a llamar a Ariel y a decirla que espere a alguien que irá a recogerla y llevarla a un lugar seguro. Llamaré a alguien de confianza a por ella—Samantha asintió y procedió de inmediato a realizar la llamada—. Luego, vamos a hacer lo siguiente. Galagor está en Orizont ¿verdad? Iré a por él y lo sacaré de allí con vida. Mientras tú, Dedral, distraerás a Hiram y te asegurarás de que Alexander no sufra daño alguno. ¿Queda claro?
Unos segundos de silencio precedieron a la respuesta de Dedral. Pandora parecía estar considerando el plan y Samantha estaba finalizando su conversación. Era un plan complicado. Depender de Dedral era lo último que quería pero era la única solución al problema actual.
— ¿Estás proponiendo una alianza? —Compartía la incredulidad en sus palabras pero una situación desesperada requería medidas desesperadas—. ¿Qué te hace pensar que voy a acceder y a confiar la vida de Galagor en tus manos?
—Que soy jodidamente buena en mi trabajo—No me esforcé en ocultar la arrogancia. Era un hecho. En el mercado mis servicios valían tanto dinero que harían temblar a la mayoría—. No es la primera vez que hago esto. Puedo sacar a Galagor vivo de Orizont y aún me sobraría tiempo para cenar.
Pandora y Samantha sonrieron ante mi excesiva confianza. Dedral por el contrario seguía manteniéndose escéptico.
—De acuerdo—dijo finalmente—. Pero voy a necesitar una garantía. Lo siento, querida pero no me fío de ti. Aunque salve a Alexander y entretenga a Hiram puedes hacer muchas cosas y al igual que ellos me chantajean, hacerlo tú. No me voy a arriesgar a ello.
—Es un trato equivalente—Fruncí el ceño con disgusto. Darle más poder a Dedral significaba perder la ventaja. Era demasiado poderoso, demasiado inteligente. Volveríamos a quedar a su merced.
—Dime que tú en mi situación no me exigirías lo mismo—Contraatacó con media sonrisa victoriosa.
Me mordí la lengua consciente de que tenía razón por mucho que me doliese aceptarlo. Tenía que darle algo como garantía pero ¿El qué? Antes de que pudiera pensar en algo, decidieron por mí.
—Yo seré la garantía—Soltó Samantha dando un paso adelante—. Si Kate no cumple, entonces podrás hacer conmigo lo que quieras.
— ¡No! —Reaccioné mirándola como si se hubiese vuelto loca—. Ni de coña.
Sam me miró y asintió con calma con la cabeza mientras Dedral sonreía de oreja a oreja.
—Me parece fantástico. Trato hecho—Me tendió la mano con cordialidad.
—Confío en ti y sé de lo que eres capaz—me dijo Samantha—. Sé que sacarás a Leonel sin ningún problema. Estaré bien.
—No lo sabes—Contesté apretando los dientes—. Es el maestro de Hiram, de Galagor, no puedo dejarte a su merced.
—No vas a perderme. Cierra el trato. Todo irá bien—Su voz estaba extrañamente calmada y reconfortante.
Temblando con furia, sintiendo la sangre palpitar por mis venas, apretando los dientes, tragando saliva, apreté la mano de Dedral cerrando el trato. En tan solo unas horas todo se había ido a la mierda. Era como volver a la misma pesadilla que vivimos tiempo atrás.
—Yo iré contigo—Pandora se me acercó—. Ayuda extra no te vendrá mal, iremos más rápido.
Asentí levemente. Ya que más daba, una persona más o menos. Sus habilidades eran buenas, podría ser de ayuda.
— ¿Nos ponemos en marcha? El reloj hace tic-tac—La voz de Dedral me sacó de la letanía de mis pensamientos.
—Ponla un dedo encima y te juro que te mataré una y otra vez durante el resto de tu condenada existencia ¿Te queda claro? —dije mientras me acercaba a aquel monstruo.
—Cumple con tu trabajo y todo irá bien—me respondió con tranquilidad.
Tras cruzar una breve mirada con Sam que dijo todo lo que había que decir me dirigí a la salida del apartamento.
—Vámonos—le dije a Pandora mientras agarraba mi maleta y abrigo y salía por la puerta sin mirar atrás. 

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